viernes, 5 de agosto de 2016

A Valbona. Un ferry y la tortuga

A las 12 teníamos reservado el ferry que va desde Koman a Fierze. Así que nos pusimos en marcha sin demora. Después de unas dudas iniciales encontramos la carretera buena para llegar. Lo de "carretera buena" es por que es la que nos llevaba a nuestro destino. Era un autentico desastre, rota, con baches, cráteres y piedras. Y nosotros encima con prisas. Un lío pero que solventamos con dignidad.


Llegamos a la entrada de un túnel, que parecía tallado en piedra a mano, custodiada por dos guardas de seguridad con sendas metralletas AK47. Al salir del túnel, 1.000 metros cuadrados, 20 coches, gente, locura y sabor a aventura. Desayunamos e intentamos que en medio de este descontrol no nos quedáramos sin sitio en el barco. 



Finalmente zarpamos y empezamos a navegar por un pantano/rio, en medio de las montañas, con la tripulación harta de dar miles de instruciones para que cupieran mas coches en el ferry, cuya capacidad era de 15 coches y habría mas de 40, y los pasajeros, casi todos locales, bebiendo y bailando con la música a todo volumen. Como para aburrirse!!!!!!



Al llegar a Fierze rumbo a Valbona, sin mas dilación, nos pusimos en busca de un camping que teníamos apuntado en nuestro cuaderno de viaje. Al llegar a la zona nos comentaron que no, que con la caravana no se puede ir donde pretendíamos. Así que buscamos una alternativa, una vez más un restaurante con jardín. Allí nos plantamos y disfrutamos de un entorno idílico, quizás el más bonito del viaje.



Es un precioso circo glaciar, rodeado de bosques y montañas. No tardamos en recorrerlo y disfrutar de su gastronomía, sus gentes y sus bosques. Un lugar imprescindible



Después de dos noches nos dirigimos al Lago Ohrid, pero nos comentaron que necesitábamos una noche en el camino. No teníamos noticias de ningún camping en la ruta, con lo que partimos con la grata inquietud de no saber que nos depararía el día.



Vaya día!!!! después de 5.000 curvas y 5 horas, sin cruzarnos con ni un solo coche, ni una casa, ni una persona, solo habíamos recorrido 80 kilómetros!!!!!. Incluso creíamos que habíamos tomado una carretera equivocada. Los ánimos estaban muy cansados y teníamos por delante 100 km más ya que pretendíamos dormir en Pheskopi. Estábamos desinflados.



De repente en mitad de la nada, una tortuga de casi dos palmos, al lado de la cuneta. Paramos, la miramos, y sentimos que era una señal, que nos daría suerte y fuerzas para continuar, que a partir de este momento todo iba a ir a mejor. Me recordó a la tortuga de Momo, igual era ella. 



No nos equivocamos con las sensaciones, a partir de ese momento todo iba mejor, los ánimos entonados, supimos que el camino era el correcto, la meta estaba mas cerca y la carretera mejoraba, un poco, pero mejoraba.



Llegamos a Peshkopi casi de noche, preguntando a los locales por un camping que vimos anunciado en un cartel. Nadie lo conocía, incluso nos dijeron que durmiéramos en la gasolinera jejeje. Pero llegó una mujer inquieta, hospitalaria y decidida despejando al personal, indicando que había un hotel a las afueras y que allí podríamos dormir. Incluso nos invito a su casa a tomar café, invitación que declinamos con su lógica comprensión, ya que necesitábamos descansar. La tortuga nos la puso en el camino.



De repente otro cartel de camping, saliendo de la ruta, con dirección a los suburbios de la ciudad.



- Vamos a probar, que la tortuga nos sigue protegiendo.



Dicho y hecho. El camping era una casa con jardín, con huerto incluido, regentado por una familia con abuelos, hijos y nietos que nos hicieron sentir como uno más. Una gente encantadora, amable, hospitalaria, humilde y generosa. Emilio y Martina rápidamente se pusieron a jugar con los nietos, divirtiéndose y comunicándose con una sencillez que me recordaban a otros tiempos. Mejor no podíamos estar. 



A la mañana siguiente nos costó partir; charlas, intercambio de fotos, comida y mas juegos. Pero el lago Ohrid nos esperaba.



¿quien duda ahora que la tortuga era nuestra guía, nuestro talisman?


















To be continued...




martes, 2 de agosto de 2016

Camino a Plav y primeros pasos en Albania

Otra vez en marcha. Deshicimos el bonito camino, parando a coger diminutas fresas silvestres, camino a Plav, ciudad fronteriza con Albania. Pero antes queríamos parar en el Parque Natural de Biogradska. Implicaba un pequeño rodeo, pero mereció la pena. Un precioso bosque de hayas rodeando un lago, un lugar con un punto mágico que solo la lluvia nos impidió visitar con plenitud. La lluvia, la tormenta, el diluvio universal. Carreteras con una cuarta de agua, qué enfadados estaban los dioses por aquí!!!! Apretamos los cuerpos y seguimos con cautela. Poco a poco se fue dispersando y unas horas mas tarde llegamos a Plav.

-          Tengo apuntado que el camping Gusinje Krojet tiene buenos servicios.
-          Que bien, nos hace falta una buena ducha, que olemos a caballo y fresas del bosque.
-          Decidido. Pero… no aparece en nuestros mapas y aparatos tecnológicos.
-          Preguntando se llega a Roma.
-          Vamos a intentarlo.

El camping… un restaurante, regentado por una mujer ruda, seria y distante, con un prado donde estaban las ovejas y sin ninguna instalación. Un simpático camarero, cincuentón y parlanchin, nos hizo sentir que la ducha podría esperar. Y las vistas a la montaña no tenían precio. Plantamos la caravana y disfrutamos del entorno, que al día siguiente  teníamos una etapa dura,  marcada con una X en nuestro planning.

Un buen desayuno, despedida cariñosa de los trabajadores del camping, incluso de la ruda propietaria y rumbo a la frontera.

Tal y como la cruzamos, dos casetillas con una barrera y un solo policía, se acabó el asfalto. Así, sin paños calientes, del tirón. Estábamos en Albania.

La pista estaba destrozada, con agujeros enormes. Al ritmo del tran – tran, disfrutando de un sitio que se nos antojaba bastante aislado recorrimos sus 20 kilómetros. De nuevo el equipo humano y rodante de diez. Cuando nos dimos cuenta estábamos sobre una magnifica y solitaria carretera. Qué bien, ya queda menos para el Lago Shkoder, teníamos ganas de descansar, ducharnos y recomponernos.

Pensando en la bonita ruta que acabábamos de hacer, de repente, en una curva aparece un mercedes a toda velocidad invadiendo el carril contrario, vamos, nuestro carril.

Piiiiiii Piiiiiiiiii sonaba el claxon del toyota. Frené en seco.

El conductor con cara descompuesta pierde el control y pummmmmm. Miro por el espejo retrovisor y veo como salen despedidos muchísimos trozos de plástico.

-          Cris, le han dado a la caravana, le han dado a la caravana !!!! (me faltó decir meidei meidei)
-          Me cag….. en sus muert……..

Nos bajamos temiéndonos lo peor. El conductor borracho con unas pintas terribles, en medio de los nervios y la lógica discusión intentando revisar los daños. No eran para tanto, podríamos continuar el viaje, un poco de cinta americana y a juí. Nos despedimos de ellos, con una falsa sonrisa pensando en nuestros adentros que a ver si el conductor coge la gonorrea como penitencia a su imprudencia.

Nos dejó un poco tocados, lógico, pero había que continuar. Cuando llegamos al camping y entramos, nos relajamos. Tiene un entorno idílico, con un césped gigante, a pie de lago, con sombrillas, bar y un buen ambiente de viajeros. Lo necesitábamos. Aquí estuvimos un par de noches, recomponiendo los cuerpos, la caravana, la ropa y los ánimos. Hacia falta y mucha.

Dejamos Shkoder rumbo a Valbona, otra X en nuestro mapa, que pena, cada vez nos quedan menos por recorrer en los Balcanes.











To be continued...